Los perros de Theophilus
Un
viejo barbudo y sucio, envuelto en una gabardina tan desgastada como su
sombrero, caminaba acompañado por un grupo de perros cuyo pelaje parecía
cambiar de color bajo la intermitente iluminación de comercios y postes de
alumbrado público.
No
parecían domesticados, más bien se regían por un sistema de jerarquías parecido
al que acostumbran las manadas de lobos. Salvo un pastor alemán completamente
negro que ejercía el mando, los demás formaban un crisol de razas
entremezcladas y magnificadas.
El
viejo dobló hacia la izquierda y se internó en una oscura maraña de callejones
desiertos y malolientes.
Los
perros seguían al viejo con el hocico a ras del suelo, gruñendo guturalmente
como si pasaran inventario a sus maldades y las comentaran entre ellos.
(Fragmento de la novela El Perro en Llamas - Editorial Cultura 2008)
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